RELATO DE UN EXJUGADOR DE POKER
Esta historia totalmente verídica, para que le sirva de utilidad ,va dedicada a mi amigo Silvio sin olvidarme del insigne y prestigioso jugador Jose Miguel y del no menos afamado licenciado Juan Huertas, formado en la escuela de Nápoles, dirigida por Cesáreo Seisdedos, siciliano de gran trayectoria profesional y doctorándose finalmente en la escuela de Denver donde magistralmente formaba al alumnado Johnny El Cojo , llamado así tras una partida en Colorado donde desprecintó personalmente una baraja y en un lance de juego envidó con un full de ases ochos a Dani Palermo, llamado así por ser oriundo de esa ciudad, que ligó un full de ochos J, creando una alta tensión entre los jugadores. Johnny juró que los cinco ochos, era un error de impresión de la fábrica de papel, impresora de la baraja, y que el desconocía. Dani no le creyó, perdiendo Johnny parte del pié izquierdo de un tiró que le descerrajó Dani con su revolver, de ahí el origen de su apodo, perdiendo además 17.000 dólares y un rancho con mil piezas de ganado que poseía en Texas, dedicándose desde entonces a la docencia.
No quiero salirme del relato, que trata de mi vivencia en la escuela de Martorell, dónde perfeccionaba mi juego de envite y expresión física tan importante para las partidas de alto nivel, que en los años ochenta tenían lugar en la Costa Brava.
En esta Academia entablé cierta amistad con Jordi conserje de la misma, hombre de mediana edad de modales aristocráticos y de rostro impenetrable, característico de los grandes jugadores de poker de la época.
El último día de curso, la dirección de la academia dispuso un autocar conducido por Jordi, que nos paseó por los lugares emblemáticos de Barcelona, Monjuit, Tibidabo etc. Entregándome finalmente el ansiado diploma de aptitud de jugador profesional de Poker a nivel Nacional.
Mientras hacía tiempo para coger el tren que me haría regresar a Cartagena, Jordi me invitó a una cerveza en un bar próximo, dónde solemnemente me dijo “Te voy a contar una historia real para que no la olvides nunca y te sirva de experiencia en esta nueva andadura profesional que has iniciado”.
Continuó con su relato diciendo en el año 1.975 era de las fortunas mas importantes de Cataluña, siendo desde niño un apasionado del poker por lo que inicié mi formación en las mismas ilustres facultades que el afamado Juan Huertas y cuándo ya estuve formado, dirimí con éxito varias partidas en Miami y Thenéssy llegando por fin mi gran oportunidad. Me dieron aviso de que en Denver el martes día trece de noviembre de 1977 tendría lugar la partida del año.
A las 22:00 horas de dicho día me personé en la novena planta del edificio William local denominado “ Touco Moucho”, nombre en portugués que me era familiar, y en ese instante no pude comprender y si entendí al término de la velada.
Me recibió Rouco el dueño del local hombre de mediana estatura, complexión muy gruesa y de amplia sonrisa, que me acompañó a una sala donde me esperaban mis compañeros de partida, que estaba compuesta por Max persona insignificante que pasaba desapercibido, Thomy manosgrandes hombre corpulento y de gran estatura, John el indiano, que hizo su fortuna en la época seca con las destilerías clandestinas de alcohol, Smith el sueco conocido por ese apodo no por su origen sino por hacerse el despistado cuando le interesaba y el quinto jugador Robinson el tuerto, que relucía fulgurante su ojo izquierdo de cristal que según contaban los mentideros del lugar, lo perdió en una partida de poker años atrás en una travesía por el Missouri, donde se dirimió una jugada de full de ochos K contra otro full de Jotas ochos, con el resultado de cuatro muertos y la pérdida del ojo izquierdo de Robinson llamado desde entonces el Tuerto.
La velada transcurría sin sobresaltos hasta las cinco horas, que una joven en top les nos sirvió unas consumiciones llegando el momento culminante de la partida.
Repartió cartas Max, ligando yo, tres Q, un As y un 10, abriendo la mano con 500 dólares a las que quisieron Robinson y Smith.
Pedí dos cartas, Robinson en segundo lugar pidió tres y Smith quedó servido.
Ligué otra Q y un Rey sintiendo un regocijo increíble, mandando 5.000 dólares más, creándose un silencio sepulcral al brillarle a Robinson de forma increíble el ojo de cristal, pareciendo que iba a cortar como un rayo las copas de las consumiciones, la lámpara que colgaba sobre la mesa y las vidrieras de las ventanas tipo bizantino que adornaban la sala.
Smith tiró rápidamente sobre la mesa sus cartas no comprendiendo hasta el final, como servido no lo pensaba aunque fuera unos instantes.
El Tuerto aceptó los 5.000 dólares mandando 2.000 mas y sin pensarlo, pues creía imposible perder, envidé el resto que como olvidé decir era sin límite de cantidad .
Robinson dijo “Quiero” a la vez que sacaba de su cintura y ponía sobre la mesa Una Stevenson nueve milímetros largo con cachas de nácar reluciente oscurecida por cinco muescas que cruzaban perpendicularmente la culata.
Mostré mi poker de Q con un Rey diciendo Robinson a la vez que tiraba boca abajo sus cartas sobre el tapete “Poker de Ases”, no pudiendo articular palabra hasta que pude decir a malas penas sin retirar mi vista de la pistola con cachas de nácar “ Enhorabuena me has ganado”, perdiendo en ese envite 55000 dólares, un piso del barrio de Gracia, mi casa de la Diagonal, la fábrica de hilaturas de Martorell y una masía en Castefeld, solicitando pocos días después mi actual puesto de trabajo.
Terminó su relato Jordi diciéndome ten en cuenta que en el poker no existe jugada máxima y yo no perdí mi fortuna por la jugada del contrario sino por el poder indescriptible que llega a ser más que un comodín, una stevenson apuntándote al pecho
Nos despedimos emocionados y desde la ventanilla del tren dije adiós a Jordi a la vez que besaba mi diploma de jugador profesional.
Con afecto
HORACIO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario